Seguimos adelante con la tercera temporada de Nashville, con un cuarto episodio en el que, si bien no ha tenido el ritmo del anterior en cuanto a número a tramas, si ha estado bastante bien.
La charla de Juliette con Rayna respecto a su embarazo parece haber tenido buenos resultados, ya que la chica se encuentra más calmada y menos desesperada de lo que lo estaba en el capítulo anterior. De esta manera, les cuenta a Glenn y Emily lo de su embarazo y la decisión que ha tomado: darlo en adopción y no decirle nada a Avery al respecto. A Glenn, que solo quiere lo mejor para Juliette, no le parece buena idea. Intenta que Juliette se lo piense y también va a visitar a Avery, a intentar convencerle de que hable con Juliette, pero sin resultado. Pero ya no es solo un problema personal, sino también profesional y legal. Juliette tendrá que hilar muy fino para que la prensa no descubra su estado. Intentará hacerlo pasar como parte del papel, diciendo que ha cogido varios kilos para hacer de Patsy, y luego retirarse a grabar su disco y tener al bebé en la intimidad. Pero para poder darlo en adopción, en Tennessee se necesita también que el padre acepte, y por ahí Juliette no quiere pasar. E irse a otro estado no parece ser la solución más adecuada, ya que sería más difícil todavía que nadie se diera cuenta. Además, Juliette no está segura en el fondo de querer darlo en adopción. Está asustada, y parece que ahora mismo solo puede contar con Glenn (bueno, también con Emily), ya que la relación con Avery no deja de empeorar.
¿Os acordáis de ese Avery tan imbécil que no nos caía bien a nadie en la primera temporada? (bueno, a casi nadie al menos). Pues el personaje está sufriendo una involución. Sigue estando borracho casi permanentemente, sin mucha intención de hacerle frente a su situación, y la gente de su alrededor ya empieza a estar algo cansada. Prueba de ello es el episodio que ha tenido lugar en el Bluebird.
Tras dejar con mal sabor de boca a los que estaban de celebración, a Avery no se le ocurre otra cosa que ponerse a dormir la borrachera en un coche que no es el suyo. Le detienen y en su estado no tiene más remedio que llamar a Juliette (es el único número que recuerda) para que le pague la fianza. La charla que tiene la ex-pareja fuera de la comisaria resulta bastante definitoria para ambos, sobretodo para Juliette. Veremos como reacciona a ese "ojalá no te hubiera conocido"
Zoey ha vuelto a mosquearse con Gunnar y Scarlett porque les pilla hablando a escondidas y Scarlett no deja de llamarle. Zoey se piensa lo que no es, ya que solo le estaban preparando una fiesta de despedida antes de que se baya un mes de gira con Juliette. Las dos amigas se dan cuenta de que han cambiado, de que nada es como era antes. Para bien o para mal, Nashville ha modificado su forma de ser, y deben afrontarlo. Como tarde o temprano deberá afrontar Scarlett su pánico escénico, tras lo que ocurrió durante la gira de Juliette la temporada pasada.
Rayna se ha pasado el capítulo intentando convencer a Sadie Stone de que firme por Highway 65 en vez de por Edgehill. Sabe que no va a poder contar con Juliette durante un tiempo, y necesita otro rol femenino fuerte en el sello.
Eso incluye que le acompañe a probarse su vestido de novia, algo que se ha convertido en objeto de gran interés por parte de los paparazzis, y una huida a lo Thelma y Louisse de la tienda mientras los periodistas les persiguen (me extraña que Rayna haya disfrutado tanto esa locura al volante teniendo en cuenta que no hace mucho tuvo un accidente que casi le cuesta la vida). Aunque al principio Sadie sigue queriendo firmar con Edgehill, una charla a última hora con Rayna antes de salir a escena le hace cambiar de opinión, lo que va a llevar la guerra con Jeff a una nueva fase. Rayna ha jugado la carta de que Jeff solo contrata hombres y que trata mal a sus artistas femeninas. Pero quitando los inicios con Will, Rayna hasta ahora solo ha contratado mujeres (Scarlett, Juliette, Sadie y ella misma). Sí, esta claro que Rayna no trataría a sus artistas como Jeff, independientemente de su género, pero esto no hace más que aumentar la contraposición chicos vs chicas que son ahora mismo Edgehill y Highway 65.
En este capítulo hemos tenido de vuelta las maquinaciones de Jeff (¿alguna vez se fueron, realmente?). Y cuando Jeff maquina siempre da juego. En esta ocasión, se presenta en una gala benéfica donando un pastón para la construcción de un estudio de música en un colegio. Algo que planea extender a más centros, intentando con ello ganarse a Teddy, que en su rol de alcalde la idea le convence. Jeff sabe jugar muy bien sus cartas y sabe los beneficios que puede darle tener a Teddy en su bando. Y más cuando la nueva jugada de Rayna le ha sentado especialmente mal y ha decidido contraatacar. ¿Qué me quitas de debajo de mis narices a mi nuevo fichaje? Pues a partir de ahora vale todo y voy a por tus hijas. Teniendo en cuenta que Maddie ha tenido broncas con su madre porque no le deja dedicarse a la música ya, y la actitud que tiene últimamente... si con la autorización de Teddy es suficiente no es improbable que ocurra.
Por último, Deacon no se está aburriendo en su gira. Intenta pasar de Pam, dejándole claro que sigue enamorado de Rayna, pero la mujer no está dispuesta a pasar de él. Eso incluye improvisar canciones (muy buena escena), que el autobús de gira de Deacon se vaya sin Deacon, y que este se compre una moto. Parece que el guitarrista se siente liberado cuando está con Pam, dejando poco a poco de pensar en Rayna. Ahora bien, ¿hasta que punto puede Pam hacer volver a Deacon por el mal camino? Veremos como evoluciona esta relación.
Un buen episodio en definitiva. Veremos como sigue la partida de ajedrez entre Rayna y Jeff y que decide Juliette hacer con el niño, entre otras cosas.