A veces me quedo pensando cómo es posible que The Good Wife siga manteniendo el nivel y siendo capaz de sorprender, cuando llevamos más de 5 temporadas, de 22 capítulos cada una. La fuente de ideas de los creadores de esta serie parece inagotable. Este 6x03 es una muestra de ello. Solo llevamos tres episodios de esta nueva temporada y están pasando una gran cantidad de cosas, algunas se veían venir y otras no tanto, pero todas abren nuevas posibilidades muy interesantes. A partir de aquí, spoilers.
Cary está siendo el protagonista indiscutible de este arranque de temporada, lo malo es que le estamos viendo sufrir y pasarlo mal al pobre. El asunto de la cárcel no está finiquitado, solo en pausa hasta que llegue el momento del juicio. Y por eso, Mr. Agos tiene que entrevistarse periódicamente con una asistente que se encargará de velar por que no salga huyendo. Hasta ahí vale, todos sabemos que Cary no se fugará y ella tampoco tiene motivos para pensarlo, aunque le dice al abogado que se ponga las pilas y que sea serio con el asunto, que su vida ha cambiado. Vamos, que ni siquiera puede beberse una cerveza y tener un encuentro sexual de lo más tórrido con Kalinda tranquilamente, porque todo eso puede afectar al informe y la agente no es precisamente simpática. Qué duro está siendo esto para él, porque por mucho que quiera, las cosas no vuelven a su cauce. Tampoco en el bufete, donde todo ha cambiado a lo bestia, con Diane y Dean llenando la cartera de nuevos y prestigiosos clientes y borrando todo resquicio de austeridad, mientras que él ve como algunos de sus clientes le dan de lado por sus problemas con la justicia.
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El montaje del capítulo ha sido toda una delicia, con esas entrevistas que ha realizado la asistente, no solo a Cary, también a Diane y Alicia, que contestaban con toda la calma a las preguntas mientras veíamos pequeñas pinceladas de la realidad que sobrevuela el renovado bufete: Ni Cary está contento, ni Alicia y Diane los están con la actitud de Cary. La tensión es palpable. Sin embargo, lo tapan con elegancia y saber estar. Bajo mi punto de vista esto es una bola que se va a ir haciendo más grande hasta que algún día les explote a todos en la cara. Veremos quien sale mejor parado y quien pierde. Sigo pensando que ambos puntos de vista son razonables, Cary tiene razón en cuanto a las dudas de traerse a gran parte de L&G al bufete. Es como repetir la historia, como deshacer el camino andado. Por otro lado, también es lógico que Alicia quiera aprovechar la oportunidad de hacer crecer su bufete y que se consoliden. Y ahora ella está muy contenta con Diane y todos los nuevos abogados, pero veremos cuanto tiempo tardan en chocar.
Para añadirle más emoción a todos estos problemas, tenemos a la fiscalía que parece haberse empeñado en fastidiar a Cary con tal de pillar a Lemond Bishop. Es por eso que están aferrándose a cualquier cosa para meter presión. Y a eso sumemos la metedura de pata de Kalinda con el asunto del testigo desaparecido que hace que la fiscalía pida que se revoque la fianza y Cary vuelva a estar entre rejas. Sabemos que fue Kalinda la que le contó 'sin querer queriendo' a Bishop quien era el soplón y ahora él se come el marrón. Nunca dejaré de pensar que la relación entre ambos es de lo más extraña. Kalinda hace lo que le da la gana con él, desde utilizarle para sacar información o quererle solo para desfogarse mientras no haya nadie mejor. Mientras, él besa el suelo por donde ella pisa, aunque sabe perfectamente que no es recíproco. Y encima pasan estas cosas, que sí, que Kalinda no lo ha hecho a propósito, pero no deja de parecer que todo esto es una relación más dañina que otra cosa. De todas formas, la investigadora siempre acaba arreglando lo que estropea y al menos consigue ayuda a salvar a Cary de volver a la cárcel, aunque el apoyo decisivo lo obtiene por parte de la extraña asistente que le ha estado controlando.
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No todo es horrible para el pobre Mr. Agos, tiene la suerte de que algún cliente sigue confiando en él. Es el caso de un granjero que tiene problemas con un granjero vecino por un asunto de unas semillas. Todo comienza de un modo normal, en el típico juicio que ya hemos visto tantas veces, pero estos dos hombres de campo pasan de abogados gritándose, de jueces, de toda parafernalia judicial. Por eso deciden encomendar su disputa a la justicia divina y es así como conocemos el Proceso Matthew, que consiste en hacer un juicio, pero basado en la fe cristiana y con un cura que tome la difícil decisión final. En The Good Wife nos tienen acostumbrados a los juicios raros y originales y este es uno de ellos. Me llama mucho la atención que estas cosas de verdad puedan existir. Y desde luego esto nos ha dejado momentos impagables, las caras de Alicia y Cary cuando tienen que rezar, o ver a todos los abogados tratando de sacar algunos versos de la Biblia que le sean útiles, Alicia acudiendo a su hija para conseguir algo que le haga ganar el juicio. Lo mejor es que al final los vecinos enfrentados se arreglan sin juicios, ni Dios de por medio y llegan a un acuerdo satisfactorio para ambos. Ojalá todo fuera así de fácil siempre. Este caso también nos ha servido para conocer un poco más a Dean, que por lo menos a mí de momento no me dice mucho. Ni me cae bien, ni mal. Veremos a ver si va tomando forma poco a poco.
Además de esto, la Florrick tiene que aguantar que todo el mundo la felicite por su próxima carrera política. Los medios lo dan por hecho y ella sigue empeñada en el no. La semana pasada os comenté que estaba segura de que algo o alguien haría que se lo pensara mejor. Y así ha sido. Por un lado, el cameo de Gloria Steinem, icono del feminismo en EE.UU, que la anima a presentarse como fiscal y es la protagonista de unas ensoñaciones de lo más divertidas. Sabemos que a Alicia a veces el ego se le sube un poquito bastante, e imaginarse a Steinem diciendo maravillas de ella y que debe presentarse porque es la mejor, es de lo más gracioso. Digamos que ella consigue hacer mella en la mente de Alicia, pero quien enciende la mecha y termina de dar el empujón no es otro que el fiscal Castro, aunque sin querer, claro.
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Él se está encargando de hacer presión para meter a Cary en problemas, además si Alicia no se presenta, Peter se verá obligado a apoyarle. Pero no es eso lo que termina de hartar a nuestra protagonista. Sino esa mención a Will, esas palabras con las que afirma que él y Alicia eran amantes y que ella solo quiere presentarse porque murió en los juzgados gobernados por él. Castro demuestra que es un tipo repugnante, sucio (me da hasta grima verle, aunque sea exagerado). Vulgarmente, yo diría, que aquí es cuando a Alicia le tocan el coño las narices de sobremanera y ya no está dispuesta a seguir tragando. ¿Quien es castro para mencionar a Will? Así que corre a la oficina de Eli y le pregunta cómo llevarían la campaña en el hipotético caso de que se presentara. ¡Hija mía! Lo que te cuesta decir que sí claramente, si se ve que lo estás deseando. Esto abre un nuevo camino muy interesante y ahora toca ver cómo va a compaginar Alicia todo esto con su trabajo, cómo afectaría al bufete en caso de que gane, etc. Y otra cosa que me viene a la cabeza es que si Castro sabe lo que había entre Will y Alicia posiblemente lo utilizará en la campaña contra ella, habrá que ver cómo afecta esto a la fachada de matrimonio que tienen los Florrick.
En conclusión, otro gran episodio, con ritmo e intensidad, que en esta serie ya no entienden que es eso de parar o ir más lento. Tampoco saben, de momento, que es eso de bajar el nivel, mejor seguir escalando un poquito más cada día. Y nosotros tampoco podemos parar disfrutarlo. ¡Que llegue ya el próximo lunes!